Ampliación:

Sobre el Papa Juan Pablo II y sobre el otro camino de la Iglesia católica.

El singular Papa Juan Pablo II no se ha ajustado bien a los antiguos patrones: 
en cuestiones morales o canónicas se le ha podido considerar "extremadamente conservador" o "de derechas", sin por ello defender, no obstante, "los intereses del capital", que con frecuencia se asocian con tal orientación; como defensor de la justicia social y de la paz, su camino fue más bien "progresista" o "de izquierdas", sin brindarse a los extremos comunistas.
De un modo fundamental Jesús mismo representa la superación de las falsas contradicciones, tal y como se muestra en nuestras páginas (Jesús es la medida de todos).

Con frecuencia otros cargos de la Iglesia católica han frenado más bien las iniciativas de Juan Pablo: 
Cuando, p. ej., rogó a Dios por el perdón de los abusos en la historia de la Iglesia, no pudo, según todos lo indicios, ir tan lejos como quería; sus pasos de aproximación a otras iglesias fueron atenuados por decretos de la Congregación para la Fe del Vaticano; su respetuosa actitud respecto a los centros de la profecía de María, como Medjugorje, no fueron totalmente apreciados en parte por el clero local responsable, etc. La influencia de un Papa incluso en su propia iglesia es pues muy limitada. 

Sobre un nuevo Papa se proyectan tanto dentro como fuera de la Iglesia católica esperanzas bien diferentes. Podría ser fundamental que esta Iglesia se posicionara más decididamente sobre sus posibilidades reales dentro de la Ecumene. Son también importantes otras consideraciones prestadas a las relaciones entre los cristianos y otras religiones, impulsadas por el Papa en las oraciones por la paz en Asís, así como por las del proyecto "ethos mundial", sin estrecha relación con el Papa. 
En cuanto a reformas internas a la Iglesia, si, p. ej., el celibato sería voluntario y se admitiría en general a las diáconas (diaconisas) o incluso a las sacerdotizas, tales reformas podrían surgir de las meditaciones internas al catolicismo y del diálogo con otros cristianos. El fondo ecuménico está pues de actualidad. Pero esto no quiere, no obstante, decir que sea recomendable adaptar sencillamente a la Iglesia católica romana a la sociedad profana, ya bastante superficial, con sus "grupos de intereses". 

La guía espiritual que muchos en su interior buscan sólo puede ser satisfecha siempre de un modo limitado por un iglesia o por su dirección, por mucho que ésta se preocupe por una mejor relación con la base de la Iglesia. En última instancia, dicha guía, tanto para los individuos como para una iglesia o para las iglesias en su conjunto, sólo puede venir de Dios.